Los actos de preparación de la Real Cofradía de El Prendimiento de Nuestro Señor Jesucristo, para Jueves Santo, arrancaron días antes de la celebración de la Procesión del Silencio. Entre ellos, destaca el ya habitual traslado de ida a Capuchinos, que se celebró el pasado 23 de marzo, coincidiendo con el sábado de Pasión.
Un evento en el que hay que recordar, que la cofradía deja llevar al Señor a cualquier persona que así lo desee, sobre todo a los nuevos hermanos, ya que antes de dicho traslado, tiene lugar el acto de imposición de medallas en el interior del Convento de los Franciscanos.
Durante el trayecto, el Señor iba sobre un monte de romero -algo que simboliza la fe y la perseverancia al florecer incluso en terrenos rocosos y secos- y eryngium o cardo corredor -que simboliza el sacrificio y la penitencia- salpicado con claveles rojos e iris morado.
Cabe señalar que el recorrido del Señor fueron las mismas calles del año pasado, comenzando por la Plaza de los Franciscanos, calle de Eras, del siete, Olivo, Plantonar, Falcón, Melchor de Macanaz, Cristóbal Lozano, Federico Coullaut Valera, Dr. Ochoa, y por último la Gran Vía, hasta llegar a la Capilla de Capuchinos, donde un gran número de vecinos, y la Cofradía del Dolor, con su estandarte, estaban en sus puertas esperando la llegada del Señor.
Como es característico de este acto, previo al Jueves Santo, se realizó con mucha solemnidad y silencio durante todo el recorrido, sobre todo en la salida del Señor a la Plaza de los Franciscanos. Incluso se puede decir, que durante el trayecto únicamente se escuchaban las indicaciones del capataz Víctor Gil y la música que acompañaba al Señor, creado por el trío de capilla.
Todo ello, a pesar de que tanto la Plaza de los Franciscanos, como el resto de calles, estaban abarrotadas de gente, ya que los hellineros no se quisieron perder este evento y la afluencia de gente fue mayor que la de otros años.
Durante el trayecto, el Señor, como es habitual en la cofradía, caminó entre incienso y fue presidido por el Padre Portaña.
Por su parte, el traslado de vuelta a Franciscanos, se celebró el 2 de abril, coincidiendo con el Lunes de Pascua. Cabe señalar que en un primer momento, el Señor iba a volver a los Franciscanos el Sábado de Gloria, pero tras llegar a un consenso con el equipo de sacerdotes, se llevó a cabo este día.
Para su vuelta a casa, el Señor se presentaba sobre un manto de claveles bajo sus pies, y estuvo acompañado la capilla musical de Hellín, y presidido nuevamente por el Padre Portaña.
Un día, en el que al igual que a la ida, reinó la solemnidad y la cantidad de devotos que quisieron ser los pies del Señor. Todo ello durante un itinerario, que al igual que el año pasado, comenzaba en la Gran Vía, para seguir por la calle Dr. Ochoa, Coullaut Valera, Cristóbal Lozano, Falcón, Morotes, Puerta de Alí, Perier y finalizar en la Plaza de San Francisco.